ROTULADOR Y PINTURAS DE LÁPIZ SOBRE PAPEL año 2006
VOZ PARA LA INFANCIA
Un británico mata a sus cuatro hijos y luego se suicida para vengarse de su mujer que estaba embarazada de otro hombre. Los asfixió en el coche y llamó por teléfono a la madre para que escuchara como morían. Es la “lapidación occidental”.....Una forma de condena que no depende de tribunales ni de leyes, de partidos políticos ni de movimientos ciudadanos. Es una condena que, al igual que en Fuenteovejuna, “todos a una”, nace de la rabia social que produce el hecho de que una mujer tenga hijos
“extramatrimoniales”, o lo que es lo mismo, fuera del control legal de un hombre, sea éste su marido legal o sea éste el padre biológico.
Habría que explicar a los hombres como están las cosas con el tema de la paternidad y habría que explicar que si no se usan métodos anticonceptivos, o estos fallan, la ley les obliga a hacerse cargo del fruto de su concepción, estén o no con la madre, se lleven bien o mal con ésta, o cualesquier otro supuesto. Y que lo que empieza a funcionar desde el nacimiento son los derechos de este nuevo ser respecto a cada uno de sus progenitores. Qué cuidar a los hijos es una tarea que concierne a ambas partes y que cuando las partes no son capaces de llegar a un entendimiento, intervienen los jueces y entonces ya solo queda el camino judicial y el acatamiento de las sentencias. Qué el lugar para dirimir los desacuerdos con las leyes y con los jueces no es el hogar de cada cual, que cuando el proceso está abierto la justicia se demanda en el juicio y si no nos gusta hay que cambiar las leyes....o no. Qué no es solo cuestión de leyes, ya lo dije, sino de las estructuras sociales que, todas a una, impiden que se resuelva de una forma justa y equilibrada el problema de la responsabilidad y crianza de los hijos cuando sus padres no forman una pareja de hecho o un matrimonio.
Las leyes se ocupan meticulosamente del derecho de los padres, de las madres.....pero que poco se discute sobre los derechos de los menores.
Los progenitores se enfadan entre sí y los hijos e hijas pagan las consecuencias de sus egoísmos. A veces hasta con sus vidas. Que los menores de edad dependan de la buena voluntad, o mala, de sus familias, cuando la sociedad en su conjunto puede ofrecer unos mínimos de dignidad a la infancia, siempre y en todos los casos, es una muestra más de la miseria humana entre la que nos desarrollamos, crecemos y nos convertimos en legisladores/as, madres y padres.....Si luego no sabemos dar una vida digna a nuestros hijos e hijas es, entre otros motivos, porque hemos crecido así, sacando como podíamos la nariz para respirar un poco de aire limpio para ir sobreviviendo y sin apenas tiempo para nosotros, para nosotras, para nuestros hijas, para nuestros hijos. Tiempo para la reflexión y búsqueda de acuerdos sociales que resuelvan de forma integral el asunto de la vida digna durante la infancia. En manos de nuestros padres y madres se viven pesadillas sin que apenas intervenga el entorno. No se trata tanto de colectivizar la paternidad y la maternidad, que esa ha de ser lo más personal posible, se trata de colectivizar la responsabilidad de que la infancia se desarrolle sin ser agredida, ni física, ni psicológicamente. Ya sabemos que no es fácil. Es una meta que marca un camino y unas prioridades en la Agenda Política. Al igual que hay que dar voz a las mujeres, hay que dar voz a todos los niños y a todas las niñas que tengan algo que decir. Vale la pena escucharles. De eso estoy segura.
VOZ PARA LA INFANCIA
Un británico mata a sus cuatro hijos y luego se suicida para vengarse de su mujer que estaba embarazada de otro hombre. Los asfixió en el coche y llamó por teléfono a la madre para que escuchara como morían. Es la “lapidación occidental”.....Una forma de condena que no depende de tribunales ni de leyes, de partidos políticos ni de movimientos ciudadanos. Es una condena que, al igual que en Fuenteovejuna, “todos a una”, nace de la rabia social que produce el hecho de que una mujer tenga hijos
“extramatrimoniales”, o lo que es lo mismo, fuera del control legal de un hombre, sea éste su marido legal o sea éste el padre biológico.
Habría que explicar a los hombres como están las cosas con el tema de la paternidad y habría que explicar que si no se usan métodos anticonceptivos, o estos fallan, la ley les obliga a hacerse cargo del fruto de su concepción, estén o no con la madre, se lleven bien o mal con ésta, o cualesquier otro supuesto. Y que lo que empieza a funcionar desde el nacimiento son los derechos de este nuevo ser respecto a cada uno de sus progenitores. Qué cuidar a los hijos es una tarea que concierne a ambas partes y que cuando las partes no son capaces de llegar a un entendimiento, intervienen los jueces y entonces ya solo queda el camino judicial y el acatamiento de las sentencias. Qué el lugar para dirimir los desacuerdos con las leyes y con los jueces no es el hogar de cada cual, que cuando el proceso está abierto la justicia se demanda en el juicio y si no nos gusta hay que cambiar las leyes....o no. Qué no es solo cuestión de leyes, ya lo dije, sino de las estructuras sociales que, todas a una, impiden que se resuelva de una forma justa y equilibrada el problema de la responsabilidad y crianza de los hijos cuando sus padres no forman una pareja de hecho o un matrimonio.
Las leyes se ocupan meticulosamente del derecho de los padres, de las madres.....pero que poco se discute sobre los derechos de los menores.
Los progenitores se enfadan entre sí y los hijos e hijas pagan las consecuencias de sus egoísmos. A veces hasta con sus vidas. Que los menores de edad dependan de la buena voluntad, o mala, de sus familias, cuando la sociedad en su conjunto puede ofrecer unos mínimos de dignidad a la infancia, siempre y en todos los casos, es una muestra más de la miseria humana entre la que nos desarrollamos, crecemos y nos convertimos en legisladores/as, madres y padres.....Si luego no sabemos dar una vida digna a nuestros hijos e hijas es, entre otros motivos, porque hemos crecido así, sacando como podíamos la nariz para respirar un poco de aire limpio para ir sobreviviendo y sin apenas tiempo para nosotros, para nosotras, para nuestros hijas, para nuestros hijos. Tiempo para la reflexión y búsqueda de acuerdos sociales que resuelvan de forma integral el asunto de la vida digna durante la infancia. En manos de nuestros padres y madres se viven pesadillas sin que apenas intervenga el entorno. No se trata tanto de colectivizar la paternidad y la maternidad, que esa ha de ser lo más personal posible, se trata de colectivizar la responsabilidad de que la infancia se desarrolle sin ser agredida, ni física, ni psicológicamente. Ya sabemos que no es fácil. Es una meta que marca un camino y unas prioridades en la Agenda Política. Al igual que hay que dar voz a las mujeres, hay que dar voz a todos los niños y a todas las niñas que tengan algo que decir. Vale la pena escucharles. De eso estoy segura.
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