25.11.08

25 de noviembre Día contra la violencia machista. (dedicado a las mujeres feministas)

La violencia machista hiere y mata. Enferma y tortura. Pudre.
Si no sabes de qué hablo será porque estás del otro lado.
En el lado paralelo.

Mucho se habla de las causas de la violencia pero solo desde un tipo de violencia: la que mata o hiere de muerte. Es la que sobresale en los inicios del movimiento feminista (en el que todavía, y muy a mi pesar, estamos).

Hoy quiero detenerme a pensar y a hablar de la violencia machista cotidiana que pasa desapercibida y de la que tímidamente se comienza a investigar y a criticar.

Y lo primero que quiero manifestar es la ausencia de reflexión, a pesar de los años de lucha para erradicarla, sobre la violencia machista cotidiana. No se reflexiona sobre lo que no se conoce. Ni las propias víctimas reconocen estas formas de violencia, ni las mujeres tenemos "tiempo" para pensar intensamente y en profundidad, sobre ello.

Llama la atención la cantidad de hombres que son violentos/ machistas y que "andan sueltos" por la calle disfrazados de "hombres normales". Hacen su vida normal y machacan a mujeres normalmente sin que la normalidad se vea alterada.

Las mujeres machacadas son lo anormal. Ellas son la prueba. Sus cadáveres machacados son la única prueba del terrible delito de feminicidio que se está cometiendo en todo el planeta.

No nos llevemos a engaño. Las que estamos en "eso del feminismo" no lo hacemos por gusto. Desgraciadamente para nosotras la única forma de defendernos de la barbarie machista es declarando nuestra unidad frente al enemigo. Todas llevamos una larga lucha individual pero llega un momento, a medida que vamos reconociendo las distintas microviolencias que padecemos cotidianamente, que decidimos "sindicarnos" en el feminismo como forma de aclarar que "conocemos nuestros derechos y estamos dispuestos a luchar por ellos" a cualquier machista que se nos cruce en el camino. No hace falta decir que somos feministas. Al menor atisbo de independencia que una muestre en la vida cotidiana saltan los machistas de cualquier lado. La diferencia entre los machistas y yo es que ellos para ser machistas lo único que han hecho ha sido rascarse los huevos. A mi me ha costado sangre sudor y lágrimas ser feminista pero gracias a eso los machistas tienen muy poco que hacer conmigo. Suelen ser tipos irreflexivos a los que se les deja kao en dos palabras. Lo tengo comprobado.
La que quiera aprender esta técnica de defensa personal de "las dos palabras" no tiene más que practicar feminismo y verá los magníficos resultados. Es tan eficaz la medicina que me atrevo a asegurar que los efectos se notan a los dos minutos de su ingesta.

Esto lo he escrito dedicado a las chicas luchadoras que he conocido, conozco y conoceré. Un beso para todas.