En la tarde de los álamos
que ya ni existen ni son,
una mujer dibujaba
poesías con el ratón.
“Es el silencio del día
el que me ayuda a inspirarme.
Son las teclas de la máquina,
son las aguas de mi cauce.
La lavadora me espera,
los horarios y los ruidos
amenazan con pararme.
De comer ni puta idea.
De cenar ya ni acordarme.
La palabra que florece
en mi cuerpo a cada instante
va formando sus dibujos,
va contando mis percances”.
En la tarde de los álamos
que ya ni existen ni son,
una mujer dibujaba
poesías con el ratón.
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