1.4.07

Sobre la multiculturalidad

Título: En el Balcón de Europa
año 1990 Técnica: Óleo sobre lienzo 110-80 cm


Europeos son los que viven en Europa y dentro de Europa hay cuanto menos tres grandes áreas: la Unión Europea, La CEI (con Rusia a la cabeza)y los países en proceso de unirse a la UE. Además hay otros cuántos países “sueltos”...Albania, el más pobre, Suiza, el más rico, Mónaco, El Vaticano... Un arco de culturas que pasa por distintas economías, costumbres, formas de vida, concepciones del mundo, lenguas, etc. Cuándo los pueblos indígenas acusan a la minoría europea....¿A quién se refieren?
Mis hermanos y mis hermanas hablan del hombre blanco, representado por esa minoría que se apropió del país cuando el colonialismo de viejo estilo comprendió que ya no era rentable ese tipo de explotación. Esos blancos de nacionalidad argentina, colombiana, venezolana, ecuatoriana, peruana, uruguaya, panameña, salvadoreña, etc,
esos blancos, NO SON EUROPEOS. Señalar a todo un continente como “culpable” es un error en el análisis que puede confundir su estrategia para conquistar sus derechos, que es en lo que básicamente ellos, ellas y yo, estamos de acuerdo. Me refiero a su derecho a desarrollarse como pueblo y cultura en un contexto no hostil y dentro de un marco de respeto inter-pueblos que está más allá de las actuales definiciones de fronteras que marcan las reglas del juego político internacional.
Que la colonización económica existe es un hecho. Responsabilizar de ello a la generación actual de europeos y europeas es un grave error de generalización que sólo sirve a la división entre los
oprimid@s del mundo. Por eso creo importante que los pueblos indígenas identifiquen más concretamente a esos europeos y europeas a los que consideran responsables de su situación. Los que iniciaron la conquista y colonización de América, Asia, África y Oceanía si fueron de origen europeo y representaban a las naciones emergentes. Hoy las cosas han cambiado mucho. El color no significa nada. La cultura de cada ser humano esta marcada por múltiples circunstancias en las que el color es un dato más a interpretar en función de un contexto. Identificamos al diferente por el color, pero no sólo. La forma de vestir a veces dice más que determinadas características físicas. La corbata es una prenda llena de contenido simbólico y define a determinados hombres por el uso, o no uso, que hacen de ella.
El poder y el saber de las culturas llamadas indígenas han permitido que en estos momentos de avance imparable de la pobreza y la miseria a escala internacional, todavía conserven maneras de organizar “su mundo” diversas y adaptadas de forma armónica al medio.
En España también se está desmantelando la vida rural, que es una forma de vida autogestionada a nivel familiar, pero de ritmos lentos y fuertemente condicionados por el medio. Los avances tecnológicos han puesto en manos de muchos, instrumentos de poder y en manos de pocos, un nuevo tipo de poder que no se identifica ni con colores ni con banderas. La base de ese nuevo poder está en las propias leyes físicas de la materia, en las que la ausencia de emociones y sentimientos, y por consiguiente de pactos, definen la vida de la sociedad desde la oscuridad de la codificación digital de las reglas para los oprimidos. Si somos un número, además de unas palabras y un ser vivo, es porque así nos resume el poder para introducirnos en el mundo de las leyes rígidas de la piedra-silíceo, de los seres que “ni sienten ni padecen”.
Pero nosotras y nosotros somos verdad. Somos la verdad del ser y del mundo, indescifrable pero cierta. Nuestras ropas , nuestros cuellos sin corbata, nuestra expresión en la cara, nuestros hechos concretos, nuestra forma de vivir, nuestra manera de conseguir comida para nosotros y los nuestros, nuestra manera de acaparar y/o de usar la propiedad, todo eso y más, nos define mejor que el color.
Lo europeo como color se está disolviendo. El mestizaje es también un hecho del presente y de nuestra historia reciente. Lo complicado es que somos muchos más que nunca y nuestros instrumentos de poder se multiplican como células cancerígenas.
Las leyes de lo social no pueden ser otras que el pacto desde la igualdad de derechos y desde la diferencia de trayectorias vitales, grupales y multiculturales.
Determinar esos pactos interculturales (a pesar de los enemigos comunes) es la tarea que debe orientarnos. Nuestros pactos serán los que nos darán la fuerza, no para conquistar el poder, sino para negociar los valores de forma localista. El como derrotar al enemigo tal vez no es ni siquiera nuestro problema. Las leyes físicas del neoliberalismo no tienen nada que hacer ante la ola de emoción humana y pacto que se prepara, que se está preparando en los rincones del planeta. No será una ola de venganza y así lo espero. Será una ola de clarividencia y lucidez entre todas las personas interesadas en ser
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